sábado, 4 de febrero de 2012

LAS MAÑANAS DE LOS 80.

Mi madre me despertaba muy despacito, revolviéndome el pelo y dándome un beso en la mejilla. Yo luchaba por abrir los ojos e incorporarme, pero no era capaz. Ella volvía ya con más prisa y me me daba un azote en el culo a través de las sabanas. Poniendo toda mi energía en ello, conseguía levantarme, ponía los pies en el suelo (siempre frío, daba igual que fuese noviembre o finales de mayo) y con unas legañas como albaricoques me peleaba con mi padre por entrar antes que él al cuarto de baño.
Serían las siete y media u ocho y ya se escuchaba la radio cómo ruido de fondo. Desayunábamos a la vez mi padre y yo. Nos sentábamos frente a frente en la mesa de la cocina. El su café con leche y galletas (todavía me pongo malo cuando recuerdo el ruidito insoportable que hacía el gotear de las galletas empapadas sobre la taza), y yo un gigantesco tazón de leche con colacao, un huevo batido "clandestino" y pan migado hasta los topes. Mi madre trasteaba al rededor.
-¡Mamá, me has echado huevo..., que asco!
- Que no, no digas bobadas... Y que asco, ni asco... Come y calla. ¡Falta necesitabais una guerra, coño!.Y a callar que empiezan los Porretas.
Todas las mañanas escuchábamos el episodio diario de "La Saga de los Porretas". El olor a café recién hecho y el querer enterarme de las vicisitudes de la familia Porreta, conseguían disolver poco a poco la nebulosa cerebral que me mantenía todavía adormilado. No entendía la mitad de una cuarta parte del capítulo, pero no me perdía ni una sola palabra.
Cuando terminaban "los Porretas" me peinaba con un poco de agua para domar los remolinos, me cerraba hasta arriba la cazadora, me colgaba a la espalda la cartera y desde la puerta berreaba un "Chao, mamí" y hala: bajábamos juntos mi padre y yo. El al trabajo, yo a por otro día de cole.
- Papá yo quiero trabajar ya. Ojalá trabajase y no tuviera que ir al cole.
- No Koky, no. No sabes lo que dices. Ya te acordarás de esto algún día y verás que es mucho mejor estudiar que trabajar. Anda, zumba "pal" cole.
Han pasado más de treinta años y de vez en cuando sigo acordándome de esos despertares, de esos olores, de la sintonía de "los Porretas" y muy curiosamente y frente a toda lógica (fui bastante buen estudiante), sigo prefiriendo trabajar a estudiar. ¡Que cosas!.

3 comentarios:

El oso dijo...

uikuik

El oso dijo...

Lo otro era una prueba.Los desayunos tambien me marcaron a mi, pero no con los Porretas, sino la sintonia de la radio a todo volumen: tananananana tananana.... Y los Tazones con pan y huevo. que cosas.

D.F. dijo...

Y de los setenta y tantos. En mi casa como en casi todas se ponía la radio, yo me acuerdo de la de las tardes... menudo coñazo (a mi me lo parecia) la Encarna y sus consultas..