Me apunté hace meses más por apoyar a los organizadores que por tener realmente la intención de correrla. Ahora estoy en capilla y no me he entrenado lo suficiente. Pero mi mayor miedo no es ese. Mis dos terrores son: 1- tener que recorrer dos veces el mismo circuito de 21 kms y pico cada vuelta. (La segunda va a ser sicológicamente muy dura), y 2- tengo pánico a verme solo y abandonado (en las anteriores ocasiones a mi lado iban otros 20.000 chiflados que también se calzaron las zapatillas y un público totalmente volcado con la prueba que animaba en cada centímetro del recorrido) por las interminables rectas de la Barriada Yagüe con el viento en contra cuando me haya tragado ya más de treinta kilómetros. Todo esto es lo que tengo en contra. ¿A favor?..., : a favor tengo la altimetría del circuito (totalmente plano, ni una sola cuesta), las ganas de terminar una Maratón en mi Burgati (y encima en su primera edición) y sobre todo tengo a favor mi coco. Un coco y una fuerza de voluntad que sé que son capaces de aguantar muchísimo más de lo que pueden soportar mis patucas o mi retorcida espaldita. Esa es mi gran baza. Lo sé y la voy a aprovechar.
Apenas duermo. Me levanto antes de las siete de la mañana. Desayuno mi agua con limón, mi batido de plátano, espinacas y kiwi, trato -como todos los días a primera hora - de ir al baño pero no hay manera, deben ser los nervios. Me afeito, me ducho, me unto a tope de vaselina pies, ingles, axilas y pezones y me visto: pantalón corto, camiseta sin mangas -la misma con la que hice las dos últimas Maratones en Madrid, con los nombres de Bruno y Vicky estampados en la espalda-, calcetines de los de a un euro tres pares y las Adidas que llevo utilizando los últimos dos meses. Iba a estrenar unos calcetines nuevos anti-ampollas pero al final decido correr con los Kalenji mierdosos de siempre y dejarme de experimentos. Me peino con un poco de cera y me echo unas gotitas de esencia de Lowe, que el correr no está reñido con el ir guapo y oler bien.
Salgo de casa a eso de las ocho y diez de la mañana. No ha amanecido del todo.Veo a otros dos atletas que van andando hacía la salida y les invito a subir al coche y los acerco. Aparco y me hago la foto de grupo. Estoy cardiaco. El corazón va a mil. Charlo con unos y con otros. Entro y salgo. No paro. Me coloco y recoloco el dorsal trescientas veces. Hace frío, debería ponerme una camiseta de manga larga. Afortunadamente recuerdo que en el maletero siempre llevo una bolsita con un pantalón corto, unas zapas y un par de camisetas viejas -una de manga corta y otra larga-, me la pongo debajo de la camiseta blanca. Me ha salvado la vida esta camisetilla. Se acerca la hora del pistoletazo y fiel a mi trastorno maniático-compulsivo me ato y desato los cordones mil veces. No consigo el punto de presión exacta sobre el empeine, o los noto demasiado flojos o excesivamente apretados... Cuando falta menos de un minuto para las nueve, los dejo como están (con doble vuelta para que no se me deshaga la lazada durante la carrera). Dan el pistoletazo y empiezo a correr. Da la sensación de que seamos bastantes corredores (al final entre la Media y la Maratón somos unos 1.100). Sigue haciendo frio. Es la primera vez que corro una Maratón con un reloj que mide distancias, tiempos, pulsaciones, ritmos... Los primeros kilómetros voy mirándolo. Ando a cuatro y poco el kilómetro. para mi es ir demasiado rápido, me da miedo pagarlo después, pero el caso es que me encuentro bien y no sé como voy a estar luego, asi que decido aprovechar y mientras pueda, ir trotando rápido y disfrutando de la carrera. En el km 5 dejo de consultar el reloj. La primera vuelta (21 kms) no se me hace excesivamente larga, pero cuando llegamos al Coliseum y veo gozar de su triunfo a los corredores que hacen la Media, me planteo muy seriamente si merece la pena intentar dar la segunda vuelta. ¿Tendré fuerza para otros 21 kms...?, no voy mal, pero es un palizón. Me obligo a no hacerme preguntas tontas y sigo carretera adelante sin darme la opción de parar. Sin dejar de correr me quito las camisetas y tiro la de manga larga a una papelera (y encesto), me pongo solo la blanca sin mangas y trato de disfrutar. A la altura de la Quinta vuelvo a ver a Vicky y a Bruno con su pancartita de ánimos y me dan un chute de energía oportunísimo. En la Pza Vega está mi padre y es otro motivo para animarme durante un rato. Los voluntarios y la policía local animan mucho más de lo que lo hayan hecho nunca en otras carreras aquí en Burgos, los patinadores más de lo mismo, y el poco público que hay por las calles -para Burgos no tan poco- animan como nunca y además se nota que la gran mayoría son corredores. No se escucha apenas el famoso "animo que ya no queda nada" y sin embargo sí que se escuchan frases del tipo "muy bien, asi a tu ritmo, concentrado", "venga, sois grandes", "eso así, echándole huevos, sí señor"...No lo puedo evitar, para mi ese apoyo es fundamental a la hora de poder afrontar una Maratón.
De las cuatro que he corrido -las otras tres en Madrid- es mi segunda peor marca (la mejor la tengo en el 2.012 en 3 hrs 22min.) pero si para los que nos pateamos los 42 kms 195 mts de asfaltaco la marca nunca es lo más importante, en este caso lo es aún menos. Me da exactamente lo mismo.
Veo a Vicky y a Bruno en las gradas. También han venido Casta y Begoña con Adriel y Chus y Pablo con Sara. Me siento bien, no estoy tan cansado como creía. No me atrevo a parar de caminar por miedo a que me de el tirón. Malamente -porque no paro de moverme- consiguen ponerme la medalla de "finisher". Enseguida consigo que Pablo me de un "masajito de urgencia" allí mismo en el suelo. Noto que ya no hay peligro de que se me suba el músculo. Ya fuera, Pablo tiene el detallazo de regalarme un ramo de flores. La gente al verme llevarlas en la mano me miran alucinando, se deben creer que he ganado o algo así. Nos tomamos todos juntos una cerveza para celebrarlo. Hablamos de la magnífica organización de la prueba. Es increíble que sea la I edición y todo haya salido tan bien. Teniendo en cuenta el número de habitantes, en proporción, nada que envidiar a otras Maratones mucho más veteranas de grandes ciudades.
Son aproximadamente las 13.30 hrs del domingo 09 de octubre de 2.016, Voy al baño del bar y meo clarito-clarito. Mis riñones chutan perfectamente, el día esta precioso y hace nada que acabo de terminar mi cuarta Maratón, ¿qué más se puede pedir?. Tiempos y ritmos a parte, mi sueño era terminarla, y tirando más de voluntad mental que de fuerza física lo he vuelto a lograr. Prueba superada.
¡Tengo 45 años y soy maratoniano! (Y quieras que no eso se nota - y no solo en el asfalto-).
1 comentario:
Siempre serás mi ídolo, aunque te quedes con 4 maratones (cosa que dudo mucho, mente infernal)..... Un abrazo y enhorabuena!!!!!!!!!!
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