jueves, 4 de junio de 2015

Y CON CADA JUICIO QUE EMITES, AUMENTAS OTRO POCO TU INFELIZ CONDENA....


Sí. Es cierto. Hace años fui juez.
Ni más ni menos que en el TSJC (Tribunal Superior de Justicia Cósmico).
Mi plaza no necesitó de la oposición previa.
Accedí por méritos.
V.S.P.: (Voluntario del Servicio Permanente).
¡Ojo!: ejerciendo 24 horas al día.
365 días al año.
Sin vacaciones.
Ni Navidad, ni Semana Santa, ni fiestas de guardar.
Trabajo muy arduo y muy poco -o nada- gratificante.
Ejercí mil años y un día.
Luego dimití.
Hace lustros ya de aquello. No recuerdo con exactitud la gloriosa fecha de mi renuncia. Pero da igual. Es una profesión que imprime carácter.
Quién fue juez una vez (aunque fuese por error) lo será siempre (aunque sea solo por inercia).
Estoy en tratamiento.
Intentando desintoxicarme.
La clave -dicen- es desaprender.
Modificar hábitos.
Prestar menos atención al entorno.
Ir más a la esencia y menos a la apariencia.
En ello ando.... Visitando Multiopticas, Opticalia y Alin Aflelou.
Aunque a veces de poco sirven unas gafas nuevas cuando las retinas están ya mas viejas que cansadas.
A fecha de hoy (tantos de tantos del presente), muy a mi pesar, constato que la más dura de mis sentencias recayó sobre mi propia persona en el mismo momento que dicté mi primer veredicto.
Y con cada juicio emitido aumentaba -exponencialmente- mi condena.
Por tanto, no se entienda mi postura como una dimisión resultado de un capricho pasajero, sino mas bien como una renuncia y un propósito encaminado a lograr el máximo bienestar posible de mi espíritu.

1 comentario:

Pandora dijo...

A veces no es cuestión de las gafas nuevas o viejas, pues una montura puede ser nueva pero si el cristal sigue manchado nada cambia.
Moraleja: ¡limpia los cristales!