La semana pasada. Dos camareros. Ambos amables y simpáticos. Viven en el mismo hemisferio, con el mismo clima y por tanto con la misma temperatura y humedad relativa. Trabajan en la misma ciudad, en el mismo bar. Es más: ¡utilizan la misma cafetera!.
Uno pone una cafelito que es gloria y el otro te sirve un café quemado que no hay cristiano que lo trague.
Claro ejemplo de lo que es la vida: a igualdad de condiciones y con los mismos recursos (muchos o pocos, buenos o malos) siempre habrá quién consiga los mejores resultados posibles y quién se conforme y no de más de sí.
La partida depende más de como la juega cada cual que de las cartas que le tocan.
1 comentario:
De todas maneras parece mentira, que a estas alturas cuestionemos esto... es facil que quien haga el mejor café, ponga mas empeño, cariño incluso amor.
Con la gran diferencia de que el receptor tambien tiene mucho que ver.
Si quien yo quiero me pone el café quemado con una sonrisa, es muy facil que ese café me sepa delicioso (por muy quemado que esté)
por lo que el receptor hace mucho en este papel...
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