miércoles, 29 de mayo de 2013

BOCACHANCLA

Amo la comunicación. Sea del tipo que sea. La de ida y vuelta y la de un sólo sentido. La verbal y la no verbal. La oral, la escrita y hasta la telepática. Pero sobre todo me chifla la comunicación verbal. Adoro las palabras. Largas, cortas, pretenciosas, sencillas, malsonantes, correctas, actuales, obsoletas, bruscas, sutiles, ligeras, solemnes, sopesadas, improvisadas...
Para mi es un arte ser capaz de expresar de manera clara tanto los pensamientos más sublimes como las ideas más ordinarias, y un lujazo poder escuchar a un buen orador. La comunicación para que sea completa y enriquecedora mejor que sea de ida y vuelta. Por eso saber escuchar tiene también su "aquel". Escuchar a quién habla mucho y a quién apenas dice nada pero tiene mucho que contar.
Siempre digo que no es tanto el qué cuentas o el qué escuchas, como el cómo lo cuentas o cómo te lo cuentan. Hay gente que podría dormir a un diplodocus aunque te este contando que el martes pasado fue abducido por extraterrestres, y sin embrago hay quién es capaz de entretenerte y mantener tu atención comentandote que esa mañana le arreglaron el ascensor.
Benditos cuentacuentos exagerados, charlatanes divertidos, bocazas gratuitos.
Casi cualquier conversación me estimula. Solo un silencio interesante es mejor que una buena conversación (y apenas conozco gente capaz de crear ese tipo de silencios).
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4 comentarios:

Zurdi dijo...

Interesante lección!!!!!!!!!!!!!!!

Penélope dijo...

Aunque yo crea que a veces el silencio es precioso y necesario ... Como me gusta y valoro a aquellos que sabéis poner palabras a todos vuestros pensamientos!!!!!

D.F. dijo...

Los gestos y el tono.-..

calmaleón dijo...

"Benditos cuentacuentos exagerados, charlatanes divertidos, bocazas gratuitos..."
puede llegar a encantarme la manera que tiene cierta gente de describir a otra, sintiendose esta alagada alagada con un desplante...