jueves, 12 de enero de 2012

¿DONDE NACEN LOS BESOS...?

"El primer beso no se da con la boca, sino con los ojos". Esta frase del escritor alemán O.K. Bernhardt que subió a Facebook mi amigo el sempiterno peregrino Alberto y que yo copié en mi muro y los siguientes comentarios que allí fueron dejando unas y otros, me ha hecho pensar en ello.
Vicky me habló de los besos de mariposa, esos preciosísimos besos que se dan aleteando tus pestañas como si fuesen las alas de una mariposa sobre la mejilla de la otra persona. Los besos de mariposa: hacía mucho que no pensaba en ellos... ¡Qué bonitos recuerdos me traen!. Solían ser besos llenos de ternura, aleteos inocentes de niño, juegos de amor de preadolescentes. Tal vez la frase de Bernhardt se pueda aplicar a todos los besos, pero hoy me quiero centrar únicamente en los besos de amor
Efectivamente, juraría que siempre que he besado a alguna chica, previamente le había pedido permiso con la mirada, y antes incluso de eso, ya lo había vivido -lo había soñado- en mi mente tal y como apunta Penélope.
Hay mil cosas, mil situaciones que uno imagina, desea o sueña, y que unas veces llegan a convertirse en realidad y otras se van diluyendo despacito hasta desaparecer sin haber llegado a tomar cuerpo. Todo o casi todo, por tanto, se origina en la mente. ¿Nacen pues los besos en el deseo, en la mente...?
No lo creo. Los besos nacen de los ojos, se gestan en las miradas. Estoy completamente de acuerdo con el alemán este. La mirada es una de nuestras mayores armas de comunicación (y a veces hasta de lucha). En un par de ojitos pequeños y corrientes puede habitar una mirada irresistible y cautivadora y sin embargo unos enormes y hermosísimos ojos azules pueden ser poseedores de una mirada totalmente anodina.
La mirada de los instantes (o los días, o las semanas, o los meses) previos al beso son de una intensidad brutal. Tan brutal que en ocasiones hay más magia en esas miradas que en todos los destellos del sol.

1 comentario:

D.F. dijo...

Romántico te veo, pardiez...