miércoles, 21 de diciembre de 2011

LAGRIMAS DE COCODRILO.

¿A quién no le ha pasado alguna vez?. Romper a llorar desconsolada y compulsivamente, sin motivo aparente. Llorar hasta extenuarnos, hasta vaciarnos, hasta sentir esa respiración calmada y esa sensación de paz en el pecho que indica que ya, que ya vale, que está todo bien (o al menos que está mejor). Es una exigencia imperiosa y urgente del cuerpo, a la que no podemos negarnos, porque no ejercemos ningún control. Cuando el cuerpo no puede más explota. Para romperse un ligamento, coger un catarro, o tener una tremenda diarrea el cuerpo no pide permiso, se trata de casos extremos, actúa sin más. Cuando algo tiene que sonar, suena; y si tiene que romper, romperá. Sea por donde sea. Nadie pone puertas al campo.
Me da por pensar, que si diariamente nos liberamos de otros fluidos como puedan ser la orina o el sudor, tal vez fuese también físicamente necesario dejar brotar diariamente unas cuantas lágrimas. Soy bastante llorón, y no me da ninguna vergüenza hacerlo en público cuando hay algún motivo (me pasa mucho viendo películas o leyendo), pero ahora estoy por proponerme llorar un ratito todos los días. A solas y sin motivos (puede que a primera hora, recién despertado, con la complicidad de la cama, sea un buen momento). Creo que a veces nos tenemos más vergüenza y pudor a nosotros mismos que al resto del mundo. Puede que si me pongo a llorar yo solo, sin razón, solamente cómo ejercicio físico, me sienta tan ridículo que no pueda soportarlo y tenga que parar. Ahí entraría otro tema: a pesar de ser lo más natural del mundo, socialmente tenemos "prohibido" sentir o experimentar todo aquello que refleje dolor o pena. Y me pregunto también si eso será muy sano... (me da a mi que más bién al revés).
El beneficio sicológico de llorar no lo duda nadie en su sano juicio, pero es probable que exista también un gran beneficio físico en el hecho de llorar.
Si un bebé llora (y ríe) todos los días, casi sin excepción, quizás podríamos aprender de ellos.

3 comentarios:

ShinnaHeroina dijo...

Me ha encantado tu post, muy interesante...yo lloro todos los dias, por alegria o pena y la verdad, me viene muy bien en este momento leer esto..

María dijo...

¡¡Uy, KOKY!! yo soy una llorona tremenda, pero de lagrimillas que se me escapan, así... discretamente y cortito...tanto de alegría como de pena... pero...

Así... a moco tendido, a lo bestia, como tú cuentas, desesperadamente y sin poder parar, que yo recuerde sólo una vez en mi vida ... cuando murió mi padre y ni una palabra más que ya se me escapa ¿lo ves?:-)


Los niños, sobre todo los bebés es otra historia, ellos los pobres no tienen otra forma de expresarse ni desahogarse.. nosotros podemos hablar, correr, gritar...poner la música a tope hasta no oírnos ni los pensamientos, bailar... y sobre todo reír... llorar es muy sano, muuuy sano es cierto... pero reír aun lo es más.., si no sale por las buenas... con cosquillas, como sea...


Un beso muuy grande y...

¡¡¡ MUY FELIZ NAVIDAD KOKY !!!


Y... por cierto, me voy el viernes para mi tierra, como no me dejes un feliz Navidad y un besito antes de irme... lloraré así ... como tú dices a maaares, que lo sepas :-) ¡¡cuídate!!

D.F. dijo...

Pues yo no lloro, y cuando lo hice una vez (cuando murió mi padre) lo hice a solas.
No me gusta ver llorar y creo que no sirve para nada.
Es lo que pienso, lo siento, no se mentir.
Siempre hay que mirar adelante, ponerse tieso y afrontar lo que viene, eso va más con mi forma de ser...