
Dicen que en un tiempo fueron sagradas, expresaron sentimientos y sirvieron de soporte
físico a las ideas, pero que ahora se han prostituido,
están demasiado manidas y sobadas y han perdido todo valor, que hay que obviarlas,
arrinconarlas y dejar hablar solo al
corazón. Coincido en parte. Hay
días que
argumentaría apasionadamente por defender esta idea de la inutilidad de las palabras. Pero no es hoy uno de esos
días. Hoy, hace escasos quince minutos, he sido testigo del
mágico poder de las palabras. Uniendo palabras y
corazón los resultados pueden admirar al mas pintado. Me ha admirado ser testigo -y parte-, de como lo que
podía suponerme una
preocupación (sobre todo porque la falta de sueño modifica mi
carácter hasta casi no llegar a reconocerme ni yo mismo) se ha
desvanecido con tan solo un par de minutos de charla a pie de escalera, sobre felpudo. Los que hasta hoy
veía como una horda de
bárbaros han pasado por arte de un abracadabra a ser unos chavales bien
majillos, vecinos agradables cuya
única "falta" es ser aun demasiado
jóvenes.
Ahora bien...
dependerá de como me dejen dormir esta noche, para que mantenga o no, mi fe en el hoy alabado dialogo.
.
2 comentarios:
No me digas que te han engatusado los testigos de Jehová...
En realidad los humanos es lo único que tenemos, la palabra. Fíjate bien.La palabra es el hombre. Yo soy incapaz de prometer algo y no cumplirlo, aunque hay quien suelta las palabras y luego se las lleva el viento, y sí quiero señalar.
:D :D
es el tira y afloja de la comunidad. hoy por ti mañana por mí (todo dentro de unos límites)
Publicar un comentario