COSA DE PUTAS O DE MACARRAS

-"Vaya por Dios hijo, tú que parecías el más normal... si no libré ni uno... ¿se puede saber a que viene esta tontería ahora...?, desde luego hijo..."
Me apuesto el coche (de mi mujer) a que, -acompañadas de una cara de enorme decepción-, son estas, las palabras que saldrán por la boca de mi padre cuando lo vea. Y no me extraña. No me extraña porque lo conozco, y no me extraña porque si a mi me dicen hace dos meses, que me iba a dejar grabar la piel con el más minúsculo tatuaje, hubiera contestado que sería mucho más viable verme jugando de titular en el Barça de Guardiola (cosa harto imposible dadas mi condición física, mi edad, y mis escasísimos conocimientos de fútbol y de catalán).
El caso es que tantas horas expuesto al sol y tanto aire azotándome ahora de un lado, ahora del otro, me han debido nublar el juicio y hoy antes de comer (tras media hora de un dolor mucho más soportable de lo que imaginaba) ya tenía tatuada en el lado interior del tobillo derecho la venera (concha de la vieira, símbolo de los peregrinos del Camino) de la foto. Ha quedado un poco más grande de lo que yo hubiera querido (buscaba que fuese lo más discreto posible, algo para mi, un recuerdo personal, no un dibujo del que presumir) aún así, creo que ha quedado bonita. Lo hago constar aquí, públicamente por si algún día (Dios no lo quiera) algún familiar o conocido se ve en la nada apetecible obligación de reconocer mi cadáver. Y al ver el tatuaje exclama: "No, no. No es él. Rodrigo siempre dijo que los tatuajes son cosa de putas o de macarras."
Ahora estoy en la tesitura de ver en cual de los dos gremios tengo más posibilidades de no ser rechazado para echar la solicitud de ingreso.

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