jueves, 30 de octubre de 2008

ENVEJEZCO

Es ley de vida. De nada sirve protestar, sería inútil oponerse. Lo más inteligente es aceptarlo y tratar de llevarlo con la máxima dignidad posible. En esa tesitura me encuentro yo hoy. Hay días que uno siente de golpe y porrazo el paso del tiempo como un martillazo certero y a traición en la cabeza.
Son 37 (¿o son 38... ? una prueba más de que envejezco, la memoria se torna de débil frágil). La diferencia frente a hace unos años es que ahora noto partes de mi cuerpo de las que ni tan siquiera sabía su existencia. Hoy, en concreto, noto la espalda, noto el codo, noto bastante las rodillas y sobre manera noto el cuello.
Pero no son solo esos los síntomas. Esto lo podríamos achacar a una especie de reumatismo o a algún tipo de artrosis. También la dentadura va perdiendo su vigor y el esmalte va oscureciéndose. Hasta en el blanco de los ojos se percibe alguna irregularidad antes inexistente. La progresiva perdida de cabello y la aparición de alguna que otra arruga son males menores, que no me causan aún angustia.
Lo peor de todo es el envejecimiento del alma, o del intelecto, o de la curiosidad, o de la inquietud,o de como quiera que llamemos a ese "algo" que nos mantiene realmente vivos.
Muy a mi pesar y por mucho que me opongo con todas las armas a mi alcance, noto apoderarse de mi poco a poco, como avanza el café hacia arriba por el dado del azucarillo, siento, digo, al pasotismo instalarse en mi alma (ahora mismo, me insiste en que pase de todo y deje de escribir, ¿total para que?).
Lo que envejece es el sentimiento de derrota, de impotencia y sobre todo el desinterés. El desinterés hacia lo que sucede a tu alrededor es el enterrador que te echa la primera palada de tierra sobre tu ataúd.
No se si aun estaré a tiempo.... ¡¿Cuantas paladas lleva....?!

No hay comentarios: