viernes, 19 de octubre de 2018

DESNORTADO


Parecía que lo tenía solucionado, pero va a ser que no. Bueno, siendo sinceros más bien es un : "¡Qué va hombre, que va a estar solucionado. Ni en broma!"
Pensé que había encontrado mi sitio y hasta llegué a sentirme en el momento correcto. Pero se ve que no, que al final todo vuelve a su ser y aquí sigo (donde no lo sé, pero "aquí" sigo). Perdido. Más bien del todo desorientado. Con el GPS fuera de servicio, los escasos mapas que mantengo, rotulados en arameo, y el norte del todo desnortado.
Viviendo con el deseo casi permanente de hacer un mutis por el foro y desaparecer de escena sin mucho ruido, incluso mejor, si pudiese, diluyéndome en el aire o teletransportándome muy lejos.
Siempre me he sentido fuera de sitio, sin mucho que ver con el resto de congéneres de mi especie. Desde muy crío fui el bicho raro. El niño soso, denso, aburrido, demasiado profundo para su edad.
No creo en la idea de "culpa", pero si existiese realmente ese concepto, tengo claro que la culpa sería mía y no del resto del mundo. Si me ha ocurrido siempre, desde muy chico, por algo será. No encajo. Tal vez un círculo en un mundo de rombos. Vaya usted a saber.
Le di vueltas de crío. Muchas vueltas. Al final decidí venderme para ser aceptado: me volví medio lelo, más alocado que alegre,  insulso y trivial...
Funcionó. Funcionó muy bien. Sobre todo durante la adolescencia, los amiguetes, el rockabilly, los ligues, los porrillos y tal.
Luego, al llegar a la mili, otra vez volví a ser el extraterrestre de siempre y ya casi nunca he perdido esa sensación. No es solo que no me entiendan, es que encima yo tampoco los entiendo a ellos. A ninguno. Sobre todo a los varones. No me preguntéis porque sí o porque no, pero con las mujeres sintonizo, generalmente, un poco mejor. A ellos, de uno en uno me los manejo, pero como haya más de dos juntos, ya ni sé seguir sus conversaciones, ni entiendo sus bromas, ni -la verdad sea dicha- consigo que me caigan medianamente bien.
A mis cuarenta y casi todos tacos, tengo claro que  no voy a traicionarme a mi mismo únicamente para formar parte de la tribu, pero a veces no puedo evitar el pensar que soy un puto nazi prepotente y engreído. Es ahí cuando sopeso la posibilidad de ceder un poquito, no atrincherarme, mezclarme más, tolerar y hablar de memeces, exagerar sin parar y aprender unos cuantos formulismos vacíos, frases de moda para poder mantener ( y ojalá soportar) conversaciones de calamar.
La duda por tanto es esta: me mantengo al margen de la estupidez general y sigo siendo como soy o puede que este completamente equivocado y el completo imbécil (y encima prepotente) sea yo...
"Dats de cuestión".
Y lo jodido del caso, es que lo reconozca o no, ¡me molaría tanto ser como el rebaño y poder dormir calentito y despreocupado en el establo...!

1 comentario:

calmaleón dijo...

Genial entrada !! Y valiente