jueves, 13 de diciembre de 2012

AUSENCIA INSOPORTABLE.

Me da igual. Me da absolutamente igual. Ser un enmadrado, tener el sindrome de Peter Pan, no haber superado tu muerte (iba a escribir "tu ida", pero no fue una ida, de una ida uno suele volver, desde la muerte aún no conozco a nadie que haya vuelto). Me da igual que suene a sentimentalismo facilón. Si con cuarenta y un años y en mi blog no puedo (o no soy capaz) de escribir lo que me de la gana, mal vamos... El caso es que ha sido un fin de semana de pelea de gallos y ladridos de perros en mi cabeza y de angustias y miedos increibles dentro de mi pecho y te he necesitado mucho. Muchísimo. Y no estabas. Y lo peor es que no vas a estar ya. Y hubiera dado un ojo de la cara por poder meterme en la cama y esperar a que tú vinieras a acariciarme la cabeza y decirme que no pasa nada, que todo está bien, que ya, que ya, que ya pasó... Te echo de menos, te echo mucho de menos, te echo muchísimo de menos. Y hay días que me dueles, me araña el pecho tu falta y me encoge el alma la desesperación de saber que nunca más podre refugiarme en ti. Te moriste hace ya trece años, yo tengo cuarenta y uno y asi están las cosas. ¡Qué le vamos a hacer!.

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