jueves, 29 de agosto de 2013

VIDAS SIMULTANEAS


- Me hablas de la reencarnación.
- No, en absoluto. Clonación. Te hablo de clonación.
- ¿Y para qué quieres clonarte, para pagar cotizar por duplicado a la Seguridad Social?.
- Je. No. Amo la Vida. La amo con locura. Necesito más experiencias. Con sólo mi cuerpo limitado y finito no tengo bastante. ¡Hay tanto por vivir...!
- Eternidad. ¿No será eternidad lo qué andas buscando?.
- Na. Tampoco.
-Pues tú dirás... Sigue, sigue porque no te pillo.
- Voy más por el campo de la cuántica que por el de lo biomolecular. Varios cuerpos, una sola alma. Necesito más yos. Es imprescindible. Quién me dice que incluso alguno más joven...
- ¿Ves?: buscas la Fuente. La eterna juventud. La inmortalidad a la postre.
- No. Se ve que no me explico. Lo quiero todo ahora. Ya. En el momento. Nada de eternidades. No creo en ellas. Pero deseo, anhelo, vivir muchas vidas en esta. Nada de vidas sucesivas ni encadenadas. No. Se trata de vidas simultaneas. Eso es: ¡vidas simultaneas!
- Ya. Ya... Creo que se por donde vas. Pero qué follón ¿no?.
- Puede. No sé. Tal vez incluso llegue un momento en el que los recuerdos de unos y otro yoes puedan mezclarse y vivas sensaciones y sueños de uno que eres y no eres tú. Pero vale la pena el riesgo ¿no crees?.
- No le veo yo la gracia, chico. Qué quieres que te diga...
- Imagínate: Varios yoes. Uno lee a Llosa, el otro devora a Murakami, un tercero experimenta con la marihuana mientras otro más disfruta del inmenso placer de acunar a su niño. Uno lleva una vida sencilla por tanto libre y feliz mientras que otro opta por una vida de aventuras de incertidumbre y continua busqueda debido a su perpetua inconformidad... Y todo, absolutamente to-do lo vivo yo. Lo experimento en mi propia piel, lo analizo con mi propio cerebro, lo gozo en mi propia alma...
- Querrás decir más bien, en tus propias pieles, tus propios cerebros y tus propias almas. Todo en plural... ¡Buf! No lo veo. No lo veo.
- Bueno va, déjalo. Y baja el ritmo que tanto hablar voy medio ahogado y lo menos quedan todavía diez kilometros.
- Sí... tururú. Nos quedan trece, pero sin pegas: ¡diez pá ti y los otros tres pá tu clon!.

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