domingo, 4 de diciembre de 2011

RAY BAN.

Al ser de piel morena y ojos oscuros tengo ventaja. Apenas las necesito. Venga va: realmente no las necesito. Si las uso en verano algunos días -pocos- es sólo por estética (tengo las Ray-Ban esas clásicas de aviador).
Pero vamos, digo yo, que las gafas de sol, son eso: de sol, ¿no?. Pues no. Hete aquí que no. Son gafas de sol y son gafas de sombra. (Hay días nublados de Diciembre con dos grados bajo cero, en que te topas con las dos o tres estupendísimas de turno "porque yo lo valgo" con sus antiparras calzadas y atornilladas a las orejas y que no se las descalzan ni para entrar a la cueva a buscar a Alibabá). No son gafas de sol. Son más bien gafas de escape. Son el artilugio más efectivo para disimular una timidez, enmascarar una falta de seguridad, una mala intención, un propósito poco noble, una mirada aviesa... ¡vete tú a saber!, son una forma de no mirar a la vida de frente. Con lo sano y noble que es mirar directamenete a los ojos de la gente. No puedo con los que al hablarme no se las quitan. No me gusta hablar con alguién y verme reflejado en sus ray-ban o en sus "opticalía". Me pone nervioso, no sé, no me fio.
Mi opinión al respecto "salta a la vista". No me gustan. No me gustan nada de nada.
Esconden miradas bellas, en ocasiones bellísimas.

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2 comentarios:

KOKYCID dijo...

Dejo para otro día la moda esa de ir con cascos por la calle...

calmaleón dijo...

Creo que soy tan claro que si no me quito las gafas de sol, no oigo a la gente.... en plan
-me puedes repetir -levantandome las gafas- no te oi bien.
Por otro lado, reconozco que como diría una amiga, todo lo que tapa gana.