
Hay días y días. Hay días que no cierro la boca ni en la ducha, no hay quién me haga callar, pero se ve que ya voy para cuarentón y tengo que empezar a dosificar mis fuerzas. Hay días y días. Hay días que
cogería boli y papel y no pararía de garabatear palabras hasta quedar
exhausto. Hoy es uno de esos días. A pesar de repetirme y aburrirme a mi mismo. Vomitando letras. Pena que por el entorno y las
circunstancias tenga que sustituir al
Bic de toda la vida por el
aséptico teclado. Sin decir nada ni intentarlo, solo por meter ruido, como mera actividad física, como terapia o como entretenimiento, o como que se yo.
Podría escribir,escribir, escribir y no parar hasta que me doliesen las yemas, hasta ver borrosas las teclas. Escribir sin
propósito, sin pensar lo que escribo, dejando resbalar los dedos,
regodeandome en los montones formados, sin prestar atención a la
ortografía, ni a la síntesis, ni al formato. Sin que
prime la forma sobre el fondo ni viceversa. Sin ningún sentido. Palabra tras palabra,
encadenándolas para formar frases y estas a su vez
párrafos. Tratando de obligar a la mente a descansar, a amordazar los pensamientos y dejar fluir las palabras huecas de sentido, sin ideas, solo la carcasa. Las palabras mágicas y comandantes en jefe de la
comunicación, degradadas a simples soldados rasos sin misión, sin arte ni parte. Vagando despistadas por la blancura nevada del documento de
word, convertido en campo de batalla sin mapa ni
coordenadas. ¿Releer lo escrito?, ¿para que? si no es importante, porque ni dice nada ni lo pretende. Continuar
así mientras me apetezca, durante un rato, media hora o media vida. Y de golpe y porrazo saber que ya terminé, que se acabó.
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1 comentario:
¿se me pasó un relato tan espectacular?
debes continuar
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