lunes, 30 de noviembre de 2009

ACTITUDES

Ultimamente le estoy dando muchas vueltas al tema de la actitud. La actitud, a mi juicio, resulta ser la mayor expresión de libertad de la que disponemos. No siempre podemos cambiar la realidad (¿o tal vez si?), pero lo que si podemos es decidir la manera en que esa realidad nos afecta. "Vale, estas cabreado y además tienes todas las razones para ello. No puedes cambiar nada de lo que ha salido mal..., pero ahora puedes decidir cuanto tiempo más quieres seguir enfadado".
Es curioso observar las distintas reacciones de dos individuos ante un mismo hecho. Si sólo nos fijamos en sus reacciones, podríamos pensar que cada uno ha vivido una experiencia diferente a la del otro. Incluso las reacciones de un mismo sujeto ante un mismo hecho acaecido en momentos diferentes, seguramente no tengan nada que ver entre si. Esto se debe a un montón de condicionantes tanto externos como personales (obviamente no se actua ni se afronta igual la vida arropado por amigos, descansado, cómodo y aseado que cansado, hambriento, aterido y encima recién abandonado por tu pareja...) pero el factor principal que determina la reacción es la actitud que se decida tomar.
La misma situación nos afecta en el mismo instante a ti y a mí: por lógica, ante una misma causa, un mismo efecto; pero ahí entra el papel de nuestra actitud. La actitud no es mecánica ni impuesta, es opcional y libre y depende por entero de nosotros. Podemos incluso "entrenarnos" en tener una actitud positiva. Nuestras actitudes marcan nuestros diferentes enfoques, nuestros caracteres, nuestras formas de entender la vida, nuestros futuros y lo que es aún más importante nuestros presentes.

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2 comentarios:

Raúl Urbina dijo...

Cierto. Lo que no tengo tan claro es que sea fácil cambiar de actitud ante las cosas. Creo que, en eso de las actitudes, hay que tener aptitudes para las que somos muy poco aptos.

Teresa dijo...

la clave está en el bolsillo, digo en el contexto.