martes, 17 de febrero de 2009

PUERCOS JABALIES

El sol nos había acompañado toda la mañana. La temperatura era perfecta incluso cuando alcanzamos el pozo negro con nieve hasta las rodillas. Un Domingo redondo, si no llegamos a toparnos con esa caterva de energúmenos al terminar.
Descripción del cuadro -que bien podría incluirse en los horrores de Goya-: Siete u ocho todo terrenos aparcados al buen tuntún ocupando el camino forestal y la campa, un par de remolques oxidados y manchados de sangre, unos diez o doce tipejos disfrazados de paramilitares, rodeando sus inconmensurables panzas con una canana de balas relucientes, y entre todos ellos el futuro representado en un preadolescente imberbe igualmente caracterizado de Rambo. En el suelo cinco enormes jabalíes aun sangrantes y un reguero de sangre desde uno de los remolques hasta el lugar elegido para la foto de grupo. Ostentación de masculinidad, comentarios bravucones y jocosos sobre el tamaño de los genitales (de las piezas cazadas, no de los propios, que es muy cierta la teoría de que a mayor tamaño del 4x4 -léase también de escopeta-, menor tamaño y uso del pene...). Ni que decir tiene que al percatarse por nuestras muecas de la repugnancia que la masacre nos causaba, nos miraban con desprecio, con la superioridad del que sustenta su hombría sobre un arma de fuego. El pimpollo depositario de tan noble legado, posaba sonriente para la foto agarrando de la oreja a un jabalí con una mano mientras con la otra sujetaba una lata de coca-cola zero. Después de terminar el posado y su refresco, lanzó -delante de no menos de diez declarados amantes de la naturaleza- la lata al riachuelo. Nadie le dijo nada.
Claro: nosotros, pobres domingueros sin atrezo, no entendemos que la cinegética es ecología en estado puro que ayuda a equilibrar el ecosistema...

1 comentario:

Teresa dijo...

Descargan sus complejos sobre animales ajenos a su miseria.
Me sumo a esta protesta. Detesto la caza y las armas