martes, 2 de diciembre de 2008

RAREZAS


El viernes cene más de la cuenta. No me sentó bien. Pase la noche a medio despertar o a medio dormir según se mire. Lo peor fueron los sueños que me tuvieron loco toda la noche. La sensación, casi la seguridad, de que era un cruasán abierto por la mitad y desplegado como las alas extendidas de las mariposas. Pero solo me habían tostado la mitad izquierda (esa era mi parte dormida) y la parte derecha aún estando encima de la plancha permanecia fría y esponjosa, impidiendo a la mitad de mi ser alcanzar el sueño y trayendome por la calle de la amargura toda la noche.

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