jueves, 4 de diciembre de 2008

LA MENTE ES COMO EL PARACAIDAS

Desde que somos muy niños tenemos una gran necesidad de destacar del resto, diferenciarnos de la manera que sea. Muchas veces ese afán nos hace caer en los putos fanatismos, del signo, tipo y razón que fuesen. Nacen así los hinchas alocados de fútbol que no dudan en pegar un navajazo al prójimo unicamente por llevar una bufanda de otros colores, los extremistas religiosos capaces de inmolarse por una interpretación arbitraria de los textos sagrados, los políticos radicales que te mandarían al destierro solo por disentir de sus opiniones, los fans incondicionales de algún cantante que pueden asistir a los 53 conciertos de la misma gira en el mismo año y después no tiene para llegar a a fin de mes, los "nacionalistas del surf" que se juegan la vida por coger "la gran ola", los coleccionistas obsesionados en conseguir todas las corbatas que utilizo en el cine James Dean, o cualquier otra paranoia extrema y cuanto más extravagante mejor, que se le ocurra al gilipollas de turno.

Esto no seria grave, de no ser porque habitualmente hacen de esta pasión su primordial objetivo y su filosofía vital. A partir de ahí, de haber decidido su razón de ser, date por jodido: son practicamente irrecuperables e irán cada vez a peor.

Los extremismos merman la capacidad intelectual a más velocidad que la más feroz demencia senil. Cualquier fanatismo nubla la mente de tal manera que el enfermo que lo padece es incapaz de discernir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto o lo rojo de lo azul.

¿El antídoto...? El punto medio, la objetividad. Eso que aveces hace que se confunda a un ser pensante con un ser mediocre, solo por no destacar por pasiones arrebatadas, ni ser portador de ideas incendiarias o moverse por impulsos eléctricos de diez mil voltios. El tipo que si conversa con un comunista da la imagen de ser un facha, pero que al discutir con un fascista da la impresión de ser seguidor de Marx. El que es tachado de machista por las feministas acérrimas y de feminista por los machistas recalcitrantes. El que cualquier "cule" tacharía de "merengue" y sin embargo cualquier madridista juzgaría de "blau grana". Ese es el tipo que me convence. Puede que sea menos carismático, menos polémico y que en vez de tener una marcada personalidad, de la imagen de tener varias y menos acentuadas, según las ocasiones. Pero es la persona que jamas se atreverá a decir que algo es cien por cien así o asá, el ciudadano que según pasan los años cada vez se plantea más dudas y tiene menos verdades universales absolutamente claras. El ser, en definitiva, que por lo menos intenta (aunque no siempre lo consiga) razonar de manera objetiva.

Hoy escuche en la radio: "La mente es como los paracaídas, solo funciona si esta abierta"

2 comentarios:

Teresa dijo...

hay otro tipo de personas que no se moja nunca y así nunca se equivoca..

KOKYCID dijo...

No me gustaría ser una de esas, pero tal vez, no soy yo quien para juzgarme...