Te voy a echar de menos... Eras uno de esos espacios en especie de extinción, tan escaso en nuestros días, habilitados para la espera paciente, para el comienzo de bellas historias de amor originadas en un apasionado y dubitativo beso. Andenes impregnados de un halo
romántico, donde dormitaba un tiempo que ni el enorme reloj de estación
conseguía alterar. Punto de partida de sueños irrealizables y de vanas esperanzas. Eras lo que a la vida es la niñez: una primera página en blanco.
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