sábado, 15 de noviembre de 2008

LA HORMIGA EMBAJADORA

Hace como un par de años en la zona de Plasencia, una hormiga se encontró un televisor. Con gran esfuerzo se lo cargó a la espalada y lo llevo hasta su hormiguero. No fue fácil buscarle un sitio al nuevo aparato, su salón era muy reducido, pero al final decidió que junto a la chimenea no desdecia demasiado.
No habían pasado ni dos días cuando todo el vecindario sabia de la existencia de la tele. La primera en llegar, olvidando los viejos rencores, fue la cigarra. Después llegaron los zorros los topos e incluso alguna que otra liebre. El "prime time" en casa de la hormiga se vivía todas las tardes con "Yo soy Bea", no había bicho viviente que se lo perdiera.
Pronto la hormiga pensó en la posibilidad de sacarle rentabilidad económica a la televisión. Rotulo un cartel con grandes letras rojas que ponía: "Pase a 3 euros". El pase daba derecho a ver la tele un día entero desde las 10 de la mañana hasta las 23,30 y aun refresco (a elegir entre cerveza o mirinda).
El éxito fue rotundo. En menos de un año la hormiga pudo comprar un home-cinema en el Corte Inglés. También alquilo unas cuantas películas subiditas de tono ("La hormiga chupona", "Una zorra muy Zorra"....) para los pases nocturnos.
Fue una mañana de Abril cuando se presento en su casa una liebre encorbatada y con aire de funcionaria que representaba a la S.G.A (Sociedad General de Autores) exigiéndole el pago de los derechos de autor y de la propiedad intelectual. La suma no era excesivamente alta, pero como la hormiga había gastado todos sus ingresos en un descapotable y en el home-cinema no tuvo más remedio que cerrar el negocio.
A partir de ese día ya solo veía la tele de vez en cuando y siempre por las noches. Se engancho a los anuncios de tele-venta y gracias a ellos conoció el "Hormi-Full-Power" un sistema revolucionario para potenciar y desarrollar al máximo el físico y el intelecto de cualquier hormiga común, con tan solo 10 minutos al día.
En una semana y media consiguió tener un cuerpo envidiable y una destreza intelectual a nivel de accésit a premio Nobel. Se preparo unas oposiciones para el cuerpo diplomático, y aunque el examen lo hizo francamente mal, como era la única candidata para cubrir 61 vacantes, le concedieron la plaza. Después de tomar posesión del cargo le ofrecieron ir de embajadora a Birmania y ni corta ni perezosa se cogió el primer avión y allí esta ahora, despachando asuntos burocráticos y jugando al golf en sus ratos libres. Felizmente casada con un ciempiés que se gana la vida bailando tangos. Ha empezado a escribir una novela-documental en formato digital sobre la movida madrileña, pero la verdad, no creo que logre terminarla, ya que ella jamás ha vivido en Madrid y además nacio el año de la Expo de Sevilla.
Moraleja: cuando el sol aprieta, sombrero de paja y bronceador....

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