lunes, 8 de enero de 2018

ADIOS MONTAÑAS VAPOROSAS, ADIOS PAJAROS BOBOS QUE MAS QUE BOBOS SOIS BOBINOS...

Era un hombre grande. Era un hombre bueno. Era un hombre grande y bueno y tenía un chichón en la frente, pero sobre todas las apreciaciones insisto: era un hombre bueno. Y sí: tenía un curioso y enorme chichón en su despejada frente. Tal vez un bulto de sebo, imposible saberlo. Cada noche a la hora de irnos a la cama tenía un cuento nuevo para explicarnos el origen de su chichón. "Anda Tito, cuéntanos una historia del chichón, anda...".
Era un hombre grande y bueno y todos los veranos nos quería regalar una moto, pero nuestra madre no se lo permitió nunca. Bicis sí, bicis nos regalo más de una.
Daba igual que se tratase de imaginación, de juguetes, o de programar peripecias imposibles, él para sus niños siempre de lo bueno lo mejor.
Era un hombre grande y bueno, y especial. Muy especial. Tenia coches grandes y bonitos. Lo llamaban Don Luis y todos lo querían. Se dirigían siempre a él con una mezcla de respeto y cariño. Ya digo: era un hombre grande y bueno. Y se hacía querer. Era simpático. Y era alto, llevaba casi siempre el pelo rapado al cero y debía de ser guapo (a mi más que guapo me parecía interesante, no sé).
Tenía la facultad de que cualquier viaje en coche, por corto que fuese, se convirtiese en una fantástica aventura. O bien te daba a coger el hilo al que estaba atada la luna llena y te encargaba encarecidamente que no la perdieras o te compraba un helado y volanteaba y volanteaba hasta que veías con desesperación como sin haberlo aún probado toda la fresa y la vainilla acababan espachurradas en el asiento. En todas las carreteras nos encontrábamos algo abandonado, podía ser un camión de los que transportan coches, una autocaravana o una avioneta estacionada en algún aeródromo local, el caso es que siempre, siempre , nos las señalaba y nos decía: "Mirad, que avioneta abandonada más chula. A la vuelta paramos y nos la llevamos, ¿os parece?..." Y a la vuelta, siempre, siempre o veníamos ya dormidos o nos traía por otra ruta...  "se ve que ya se la ha llevado alguien..."
Era un hombre grande y bueno al que le encantaba mandar postales desde cada sitio que estuviese y en muchas de ellas te contaba la vicisitudes que vivía tratando de que en la fabrica de Torrot le diesen el repuesto de la caja de cambios de tu bicicleta..
Era un hombre grande y bueno que casi todos los veranos planeaba pasar una noche de pesca en su barco (el Gheisa) en el pantano de San Juan y nos hacía vivirlo mientras  preparábamos los aperos, los salvavidas, la cena, el termo... pero al final la Señorita Rotenmeller (nos va a poner a caldo, a caldo de Avecrem) nos frustraba la correría. Pedaleaba marcha atrás. montado de espaldas en el manillar de la bicicleta. Era divertido. Muy divertido. Organizaba guerras de agua en menos de lo que canta un gallo.

Era un hombre grande y bueno y le gustaba comer chuletillas y beber clarete, sobre todo beber clarete. Le gustaba jugar a la canasta y beber cubatas, sobre todo beber cubatas. Le gustaba mucho beber. Y lo  hacía bien. Los niños lo perseguíamos por todo el chale, porque era fácil que te diese una Coca-Cola casi llena (lo que le había sobrado de teñir la ginebra).
Era un hombre grande y bueno que era coronel y por eso sabia montar a caballo, sabía esgrima, y viajaba mucho. No sabía idiomas pero dibujaba vacas montando en bicicleta que te flipas. Nadie las dibujaba como él, de hecho nunca he visto a nadie más dibujarlas (yo a veces lo intento, pero no me salen del todo). Tenía una gran inteligencia pero sobre todo tenía una portentosa imaginación.
Era un hombre grande y bueno que nos enseñó a nadar y a andar en bici. Nos mimó, nos cuido y nos beso todo lo que pudo y más y a cambio nos usaba de señuelo cuando bajaba a comprar al pueblo para ligar con la verdulera.

Era un hombre grande y bueno que siempre tenía tiempo para contarnos una historia más. Historias increíbles, historias divertidas, historias mágicas, historias inolvidables. Y casi siempre eran historias sobre su chichón...
Era un hombre grande y bueno que siempre, siempre te hacía sentir especial.

1 comentario:

tatupvc dijo...

Era tan bueno como grande...
Era Astro-mono como me decía cuando en las calurosas noches veraniegas me enseñaba la Vía Láctea, la Osa Mayor, La Osa Menor, La Estrella Polar... era bueno, muy bueno