jueves, 10 de agosto de 2017

LO BARATO SALE CARO


Ayer por la tarde necesitaba una foto de carné para la Depor, y pasaba de ir a la tienda más próxima a mi casa porque no simpatizo demasiado con el dueño. Como a las 17.00 tengo que estar en la oficina, salgo de casa a las 16.25 me cojo la bici y -con un tremendo viento en contra- me subo hasta el fotomatón de tráfico, el de toda la vida. Pues hete ahí que ya no lo hay, se ve que lo  han quitado. Bajo por la calle San Juan por si hay alguno, Lain Calvo, Pza Catedral, Puente Santamaría... y por fin en la Pza Vega, ¡zas! ahí está mi foto maton, rodeado de quinquis chunguis pero me da igual, me bajo de la bici me meto dentro, bajo el asiento -media hora girando para uno y otro lado porque nunca he sabido hacia donde se atornilla y hacia cual se desatornilla-,  sin cerrar la cortina porque me da miedo que me pispen la bici. Saco un montón de monedas. Las meto, y con las mismas me las devuelve;  las vuelvo a meter  y otra vez me las devuelve, asi hasta cuatro o cinco veces. Pruebo con un billete de cinco euros. Tampoco. A todas estas, los moritos no me quitan ojo:  "Este primo nuestro es medio bobo, o nos está chuleando con tanto mete y saca pasta y tanto rollo".
Claudico, ya son casi las 17.00, me vengo a la oficina -de camino me cruzo con el dueño de la tienda de fotos de frente a mi casa y nos miramos de reojo-. Me dice Laura, mi compi, que mejor voy a un estudio a la C/San Juan, que está aquí al lado, las hacen mejor y que me pueden costar unos 6 u 8 euros. Me parece carísimo y me decanto por subir a la Bolera ("en la Bolera, dentro, tienes uno, estoy segura, y si no frente a la Policia Nacional"). Lo que sopla en contra no es viento es el puto Katrina en persona. El molinillo de la bici no da a basto y casi se disloca. Mil pedaladas más tarde y todo sudoroso, llego a la Bolera: cartelito en la puerta "Cerrado por Reforma", decido acercarme hasta la Policia Nacional, a ver si tengo más suerte . El viento sigue empeñado en tirarme de espaldas. El fotomatón está ahí, y parece que funciona. Repetimos operación: vueltas y vueltas para bajar el taburete, cortinilla abierta no vaya a pasar por ahí algún amigo de lo ajeno que se encapriche de mi bici. Me siento. Elijo el formato - 2 euros, que bien que baratito-. Cierro la cortina, pongo cara de madurito interesante. Flashazo. Compruebo que mi bici sigue ahí. Salen las fotos: no, corrijo: sale la foto. Es solo una. ¡Pero que una! es enorme. Esto vale para el marco de alpaca plateada de casa de la abuela, pero no para un carné de piscina.
Hala, va: otra vez. Elijo otro formato. Este sí. Tenía que haberme fijado bien antes. Como ya me sé los pasos, todo va más rápido. Salen las fotos. Esta vez son dos. pero siguen siendo muy grandes, del tamaño de una tarjeta de visita, la típica para regalársela a tu mujer y que la lleve en la cartera. No me lo puedo creer, no puedo ser tan tonto... Leo por enésima vez las instrucciones y las opciones de fotos. ¡No me jodas, que las que yo quiero van a ser las de 5 eur!. Dale, ya puestos, no me voy a ir sin las putas fotos, aunque ganas me dan. Meto los cinco eurazos -y ya van nueve-. Espero un poquito y tengo mis fotos. Vale que me fundí nueve euros y tuve que subir a casa Nerón para conseguirlas pero ojito, ahora tengo fotos para dar y regalar de aquí al próximo paso del Cometa Halley.
Me sentí -es una sensación bastante habitual en mi- igualito, igualito a Mister Bean. ¡Ay!

No hay comentarios: