miércoles, 19 de mayo de 2010

DR. JEKYLL AND MR. HYDE


Lo recuerdo como si fuese hoy. Estaba en tercero de EGB (ocho o nueve añitos) y al abrir al azar mi nuevo libro de Ciencias recién forrado, para ver con lo que me tocaría enfrentarme durante el curso, me quedé atónito. No podía creerlo. Estudiar era la bomba. El libro tenía la solución...: ¡por fin alguien me iba a explicar como funciona (y por tanto como dominar y controlar) el odio!.
Falsa alarma. El tema trataba sobre el oído, ya sabéis: estribo, yunque, trompa de Eustaquio..., nada sobre el odioso sentimiento que cuando brota me somete.
Desde niño sufro ataques (casi convulsiones) de odio. Son repentinos e incontrolables. Son superiores a mí. De golpe, por algo que me dicen o que me hacen, que no tiene porque tener mayor importancia, me empieza a hervir la sangre y comienzo a soltar veneno por la boquita con el único proposito de herir lo más hondo posible. Y no asesino al objeto de mi ira por los pelos (aveces me llego a asustar a mi mismo).
Pensándolo ahora, con treinta años de distancia, me resulta extraño creer que un niño con una infancia normal, en un ambiente saludable, y supuestamente equilibrado mentalmente pueda albergar odio hacía alguien. Quizás no fuese exactamente odio, y el término exacto fuese ira, o rabia extrema, pero dejando a un lado la terminología el caso es que cuando vi en el libro el capítulo al que hago mención, se me abrió el Cielo, pensando que gracias a aquella lección no sería ya más esclavo de mis repentinos accesos de odio.
Con los años y muchísimo esfuerzo (no os podéis imaginar cuanto) y la paciente ayuda de mi madre, he conseguido no sufrir esas "morenetas" más que de ciento en viento. Trato de reconocerlas y abortarlas justo cuando empiezan a fraguarse en mi pecho y evitar así sus lastimosas consecuencias. Porque esa es otra: la pobrecita víctima se queda hecha caldo, pero yo unos minutos después del zenit de encabronamiento, me vengo abajo, entierro a Mister Hyde y me quisiera morir al ser consciente de lo injusto y sumamente desproporcionado de mi comportamiento. Y me asfixia un enorme sentimiento de culpa y de vergüenza.
Vivo estos arrebatos de una manera totalmente física, como se puede sentir una crisis de tos o un violento hipo. Por eso, pobre de mí, creía que en un libro de Ciencias podría estar la solución.
En fín, aunque últimamente lo tengo bastante controlado, si alguién sabe de algunas gotas que vayan bien "para lo mío", le estaré enormemente agradecido.

.

6 comentarios:

Senor Stefano CAvoti dijo...

mira tienes que tener claro lo que es tu espacio vital. si algo entra sin tu permission, tienes que decirlo y no subir lo que vives como injusticia. si non es como un vaso de agua, si no sale poco a poco, y tu permites a otra agua de entrar, el vaso se llena y... ...y lo sabes :) Mira no rabia con el pricipito eh o te matamos un abrazo a ty, bruno y vicky

KOKYCID dijo...

¡Que enorme alegria Sr. Cavoti! ¡Cuanto honor!. Un abrazo gigante.

Atapuerques dijo...

No lo dudes, cuando te den esos ataques de odio, acude con urgecia a un buen otorrionolaringólogo.

Álvaro Tilo dijo...

Estás en el buen camino. Tu gran esfuerzo no ha sio inútil y precisamente entre esa fuerza que tienes y la ayuda médica adecuada, harán el resto del poco camino que te queda por recorrer.

¡Ánimo!

Un cordial saludo.

Aniquiladora dijo...

Pues a mí no me asustas, mientras pueda atrincherarme detrás de una pantalla, claro. Y dudo de tus palabras (espero que no me odies por ello), pues no creo que fuera exactamente odio. El odio no consume a las víctimas que son objeto de tu ira, sino al propio individuo, y si estás a un paso de alcanzar la cuarentena no creo, insisto, que albergues tanto odio, lo cual me alivia (más por ti que por mí).

Besos y "amor".

María dijo...

jajaja KOKI,

No se quién decía.."si alguien reconoce sus males, está en el buen camino para solucionarlos".

Así es que ya sabes, no te preocupes, tal cual vas sujetando a tus caballos lo seguirás haciendo y cada vez con menor esfuerzo.

Yo también tengo a veces 1000 caballos que tiran por mi, pero a mi no me da por gritar jajaja ni enfadarme, yo parloteo sin parar jajaja. A ti te hierve la sangre y a mi la cabeza, cada uno tenemos nuestros propios fantasmas y a fuerza de verlos, terminan siendo viejos amigos y hasta, se comportan.

Además ¡¡ya será menos KOKI!! jajaja

Por cierto, eso de leer raro , tampoco eres el único, lástima que en tu libro de ciencias no existiera la pócima mágica para tus males y los de todos.


Un beso KOKI.

PD. otro para el/la chiquitín/a