Sentado frente al televisor espera la muerte. Sabe que no puede tardar. El interior de sus pulmones esta impregnado de ese olor dulzón que la pronostica. A lo sumo le quedarán dos o tres años. No es mucho para alguien joven como él. O quizás sea demasiado. Esta ya harto de esta agonía, en realidad lleva casi cinco años muriéndose, siendo consciente de ello y no haciendo nada para tratar de evitarlo. Todo empezó cuando perdió la curiosidad. Lo que al gato lo mató, a él le mantenía vivo. Ahora ya nada le liga a esta onda. Solo los anuncios de televisión.
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1 comentario:
Es que la mayoría de los anuncios son microrrelatos... algunos llegan a ser novelas y todo.
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