miércoles, 7 de enero de 2009

Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA...

Lo haré mañana. Y nadie dirá nada. Me cruzare con gente por Lain Calvo y la Plaza Alonso Martínez, pasarán a mi lado. Como mucho me mirarán de reojo, sin atreverse a indagar en mi persona, ni en mis motivos para tomar tan drástica actitud. Continuarán caminando como si no me hubiesen visto. Tal vez algún niño se atreva a señalarme con el dedo enfundado en un guante a franjas de colores, pero rápida y eficaz, la madre al acecho, le dará un manotazo devolviéndole el brazo a la posición vertical.
¿Que sacaré yo de todo esto? Nada. Si acaso una mínima sensación de libertad. Me he informado: dicen que es como el sonreír por costumbre o ir al gimnasio: los resultados tardan un tiempo en apreciarse. Aún así, a pesar de los pesares, me arriesgaré: ¡Mañana iré al trabajo paseando, tarareando y con las manos en los bolsillos!.

1 comentario:

Teresa dijo...

Imagina este final para tu historia (jeje)..

"Aún así, a pesar de los pesares, me arriesgaré: ¡Mañana iré al trabajo enfundado en el traje de Mazinger!"

(seguro que ni por esas, hay un ápice de piedad en ninguna mirada)...